lunes, 18 de diciembre de 2017

Oro parece...




ORO PARECE...

Todo el mundo conoce el clásico acertijo de "oro perece plata no es", no seré yo quien lo descubra. No obstante, hoy voy a contar un estilo artístico que jamás había visto; es más, ni sospechaba de su existencia. Se trata, por qué no decirlo, de la pintura sobre piel de plátano.

Así es, "El hombre que tallaba a los plátano" ha llegado a nuestras vidas, y proviene nada más y nada menos que desde Australia. Es joven, simpático y cuerdo, todo lo contrario a lo que nos imaginamos si pensamos en alguien que trace sobre estas pieles. Su nombre es Jun Gil Park, y descubrió su virtud hace varios años, mientras esperaba a que unos amigos llegaran a su casa. Al parecer, él había preparado una merienda de cumpleaños, y sus colegas le telefonearon diciendo que no iban a poder llegar a tiempo, que esperara sin prisa. El bueno de Gil tenía la televisión estropeada, y encontró un plátano en el frutero de la cocina. Tras un rato mirándolo, cogió un palillo y se puso a trazar la cara de Homer Simpson. Para su sorpresa,  la fruta se oxidó por los lugares donde trazó las líneas con el mondadientes. Sus amigos se quedaron perplejos al llegar, y le felicitaron por su labor, alguno de ellos solicitando que le "pintara" una banana para llevar al trabajo. Al día siguiente, causó tal sensación que su obra se hizo viral. Su particular arte causó furor en medio mundo, y es por eso que poco a poco comenzó a venderlos en la ciudad. Muchos diréis, ¿y por qué no a todo el mundo? Pues muy sencillo, porque la pieza de fruta se quedaría pocha en el trayecto.

A  mí me parece admirable su trabajo y aportación al mundo del arte, siendo sus obras de esos productos que te dan pena desembalar (en este caso pelar). No tengo ni idea de qué precio estaríamos hablando si quisiésemos adquirir uno de estos frutos, pero merece la pena tratándose de un auténtico Mochilo tatuado. Para los que no sepan quién es Mochilo, aclaro que se trata de un simpático e intrépido fruiti, personaje de la famosa serie "Los Fruitis". Somos blancos, somos verdes; somos negros y amarillos... En fin, esa es la famosa sintonía de la serie animada.

Además de bonitos, los dibujos de Jun Gil Park transmiten en ocasiones historias. Curiosas, por cierto. Casi siempre relacionadas con la música, una de sus pasiones. En los documentos gráficos que adjunto se pueden ver la famosa carátula del disco "Abbey Road" y la reconocible imagen del trompetista afroamericano Louis Armstrong. Realmente curioso, loable y original.

¡¡¡Nada más y hasta la próxima!!!

Mikel Basterretxea


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El pintaplátanos Jun Gil Park
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domingo, 17 de diciembre de 2017

La música da alas a la Victoria de Samotracia

Esta claro que lo inesperado, a menudo, hace que la vida ponga pinceladas de color en nuestro deambular diario.
Eso es lo que sentí yo ayer mismo cuando al pasar por la calle San Francisco, sin tenerlo previsto y  con varios miembros de mi familia, vi abierto el Museo de Reproducciones artísticas. Una "pincelada" de color musical, una sensación de paz y también de gusto al ver (y escuchar) que durante la "gau irekia" se celebraba un concierto en el interior del museo. En el mismo atrio en el que se encuentran las copias, casi perfectas, de Hermes y Dioniso, el Auriga, los dioses y gigantes del Altar de Zeus, que en lugar de pegarse bailaban pegados - como Sergio Dalma en su conocida canción- Todos parecían querer danzar al son de aquella bonita música. Todos, hasta el serio Moises de Miguel Angel, que desde su rincón escuchaba sin pestañear aquellas notas. Todos y todas, pero, sobre todo, quien más impresión me produjo fue la maravillosa Niké, la alada Victoria de Samotracia que, presidiendo el escenario, parecía que en cualquier momento iba a despegar siguiendo los acordes de esa música que envolvía a los presentes en ese templo del arte que, antaño, fuese de Dios.

Disfrutad de los momentos que el Arte (pintura, escultura, literatura o música) nos brinda a cada paso.



sábado, 16 de diciembre de 2017

La Faraleona




La FaraLeona

Lola Flores, sí, la mismísima Lola de España es noticia en el Botxo esta semana. El museo del Athletic Club ha adquirido una obra de arte de lo más especial: un par de cuadros pintados por la cantaora. Eso sí, hoy sólo me centraré en uno de ellos.

Muchos fueron los socios que al adentrar en la sacristía de nuestra catedral se sorprendieron con esta pintura. Un paisaje de aire gitano en el que se pueden apreciar las figuras de varias mujeres futbolistas con la elástica rojiblanca. Este cuadro fue pintado por Lola Flores allá por 1992, cuando el Athletic era noticia en la prensa de tirada nacional, cuando fuimos los mejores. 
La madre de Lolita, Rosario y el difunto Antonio Flores,quiso dejar claro que si algún equipo había que le gustase en especial, ese era el nuestro. Eso sí, bonito, lo que es bonito... no me lo parece.

En una imagen sin perspectiva alguna, una red con grosor similar al de las toallas de Portugal cerca el terreno de juego, en el que esta familia cañí pasa un buen rato entre cante y pachanga. 
Se ve perfectamente que lo de dibujar no era lo suyo; no obstante, ella era artista, pero del cante. Delante de la portera observamos un balón del tamaño de la Luna, que no se sabe si entra o si sale; por su parte, la portera está extrañamente distraída. Mirando hacia otro lado y sentada en la nada, esta mujer vestida de naranja y rosa se ciñe a mirar fijamente la ancha viga de madera que actúa como poste de la portería.
Es curioso también que el larguero se extienda tanto hacia la derecha como hacia la izquierda, siendo el flanco derecho el más desplazado. ¿Por qué lo hizo así? Quizá la Faraona pensó en auqell@s futbolistas que siempre tiran fuera de la portería. De ser así, como diría Ferran Adriá, estaríamos hablando de "un nuevo concepto cultural, óptimo para nuestro deporte". En fin, que esta composición no se puede considerar ni de estilo Naïf.

Pasemos a analizar la parte de la familiada. ¿Qué es lo primero que se ve en la parte inferior de la imagen? Pues un grupo de gitanitos que dan la espalda a la portera de turno. En la parte derecha hay una mujer vestida de faralaes (supongo que será la propia Lola), acompañada de una niña que abandera la cita con un banderín que, al igual que en el románico, respeta a la perfección la ley del marco. Las letras que componen ATHLETIC se escoran hacia la punta cual evangelistas en machón de Silos. Por cierto, es raro que el banderín sea tan puntiagudo, ya que no parece que haya ni una señal de viento.
Después una mesa coja sostiene una copa con algo en su interior. Mis sentidos me hacen deducir que es un gato, pero puede ser cualquier otra cosa. Tras el mueble hay una niña, un niño... No lo sé, dejémoslo en joven, que está hipnotizada por el trofeo que ante ella se sitúa. Finalmente, en la parte más izquierda del cuadro, vemos a una moza que regaña a su hijo por intentar tocar la copa. Lo más curioso de la mujerona son sus patas. Sí, no digo piernas porque parecen troncos de roble, fustes bizantinos. Tiene forma -la mujer- de reloj de arena; con unos hombros desmedidos y una cadera extremamente estrecha, su parte superior es más que cantosa. Bien, pues de caderas para abajo la cosa no cambia, Un pantalón triangular sostenido por esas piernas más propias de un templo griego culminan este fragmento de obra que hoy os ofrezco.
La obra original es algo más grande por la parte derecha. No he podido encontrar una imagen más completa, pero en la que se expone en el museo se ven dos chicas con la boca abierta, cantando el alirón, agarradas por el hombro. 
Así que, a los que crean que el Athletic es solamente fútbol, yo les animo a que vayan y paguen 15 euros para visitar el mejor estadio del mundo. Porque entre obsequios de clubes internacionales y postales de exfutbolistas podrán encontrar estas obras de arte como la que hoy he mencionado.

Nada más, y hasta la próxima.

Mikel Basterretxea

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